Te has acabado y no me he dado cuenta, mejor dicho, te has escapado sin querer. Tú y tus dos compañeros de estación. ¿Pensábais que no me iba a dar cuenta?, y como cada verano me dejas el mismo sabor de boca. Te marchas y aquí me quedo yo, con la tristeza de tener que esperarte otros 365 días más y la alegría de saber que he podido disfrutarte tal y como tenía planeado, incluso más. Reconozco que eres mi debilidad, debería tenerte envidia el resto del calendario.
Este año me has traído algún que otro disgusto. No empezamos con buen pie pero he acabado con los dos fuera del tiesto. Has sido un mes loco. Pensé que tenías 31 días y me has sabido a 15. Sigues siendo tan intenso como siempre. Has sido mar y montaña. Una vez más me has dado una tregua para desconectar, olvidar las agujas del reloj. No sabes de horarios ni de responsabilidades. Me has permitido disfrutar de buenas lecturas, generosas dosis de amistad, familia y siestas, de esas que sabes a mi tanto me gustan. Me he acostado oliendo a alcohol y despertado oliendo a mar. Me has traído pocos desayunos y muchos amaneceres. Eso si, siempre acompañada. Porque aunque tú sabes que me gusta la soledad no se como lo haces que siempre acabas rodeándome de los mejores.
De la última semana mejor ni hablamos ¿no?. Los verbos dormir y bailar se han convertido en opuestos y, por unos días, me he permitido cambiar el orden de prioridades. Doler la tripa de comer y reír, a partes iguales. Hablar a gritos, perder la vergüenza cantando, recuperar conversaciones olvidadas que apenas podía oír por el volumen de la música o conocer personas tan distintas como interesantes han sido solo algunos de los placeres que me has dado en unos días que llegaban a tener hasta 30 horas.
Pero no todo iba a ser jauja. Contigo termina mi año y llega la cuesta de septiembre. Si la comparo con la de enero, créeme si te digo que es más dura. Me traes una bofetada de realidad e incertidumbre pero no tengo miedo. Te termino con ganas porque para empezar algo primero hay que acabar lo que se ha dejado a medias. Así que si me lo permites, aunque nos duela, daré un portazo al 31. Esperaré aquí sentada al primero del mes.
Pero antes una última cosa. Aunque sé que tenéis vuestras diferencias pídele de mi parte que se estire un poco, seguro que podremos llevarnos bien.